Opinión

Notas sueltas mientras tanto. Un héroe de nuestros días

Por: Narciso Matus

CARLOS FABIAN NIETO ROJAS                                                                                                                4 AÑOS DESPUÉS- IN MEMORIAN

El capitán Carlos Guillermo Nieto, fue uno de los pioneros de la aviación de fumigación en el llano con su empresa Fumillanos. Le inculco a su familia la pasión por la aviación, De sus 4 hijos, Billy Javier es piloto; Liliana fue una reconocida piloto de DC3 ya retirada y los dos hijos de ella también son pilotos de aviación: Juan de fumigación y Brenda de jets tipo 767.

Fabián, el otro hijo del capitán Nieto, ha sido siempre piloto de fumigación. Naturalmente la vocación le llego por la sangre. Desde niño esa fue su pasión y, posteriormente, su trabajo y el medio con el que se ha ganado la vida. Sandra, su esposa, ha sido la más solidaria aliada en el empeño de construir y levantar a la familia que formaron hace 40 años y de la cual nacieron tres hijos.

El mes de marzo del 2020 cogió a Fabián y a Sandra en plena temporada de fumigación de plantaciones de banano en Apartadó – Antioquia. Se preparaban, como todos en el mundo, a vivir una Semana Santa atípica en confinamiento.

Con todo y las restricciones de movilidad y aislamiento que se empezaron a dictar para enfrentar la pandemia en esos meses y año, fue grande la preocupación por su hijo mayor, Carlos Fabián, medico de 33 años, que un año antes había ingresado a trabajar al servicio de urgencias en la Clínica Colombia de Bogotá y quien se ofreció como voluntario cuando apareció el covid-19, para luchar contra la pandemia y ayudar a salvar vidas.

Carlos Fabián adquirió el virus. La noticia del contagio y hospitalización los sorprendió en Montería y desde ese momento sostuvieron comunicación por video llamadas con su hijo. El médico Nieto se aisló en cuarentena en su casa  y cuando se agudizo la enfermedad, manejo su carro desde el norte de Bogotá hasta la clínica Colombia, pues sabía que debía hospitalizarse. Sus padres le hicieron una llamada y lo acompañaron hablándole todo el trayecto para que pudiera llegar pues el virus ya lo tenía muy disminuido. Era el 28 de marzo.

El 30 de marzo lo ingresaron a UCI, Fabián y Sandra mantenían el celular conectado en video y le hablaban, hasta que una enfermera lo apago. Fue la última vez que lo vieron con vida. Lucho contra el mal durante 12 días más. A las 6 de la mañana del día 11 de abril, sábado santo y paradójicamente día del cumpleaños de su padre, rindió su alma ante Dios, llevándose en el corazón la imagen de sus hijos de 3 y 1 años, la de su esposa, la bacterióloga Paola Cruz y la de sus padres, todos inconsolables ante la pérdida.

Hace 4 años, el virus maldito se llevó a Carlos Fabián Nieto Rojas.

Una multitudinaria calle de honor de sus compañeros y una salva de aplausos a la salida de la clínica, despidió a este primer héroe llanero, en el camino hacia su morada final en el cementerio Jardines de la Paz de Bogotá, en donde lo esperaban sus inconsolables padres. El carro fúnebre que lo trasporto, llevaba en su ventana una cinta con la frase: «Aquí va un héroe».

El doctor Nieto Rojas fue el primer miembro del cuerpo de salud en Colombia que perdía la batalla contra la pandemia que estaba enfrentando. Místico por su profesión, había decidido no retirarse del servicio y concentrarse en la misión. Se convirtió en el símbolo en Colombia de los héroes en esta lucha: médicos, enfermeras, bacteriólogos, laboratoristas, auxiliares, camilleros, conductores de ambulancias en fin, todo el equipo de salud que apostaron sus vidas para salvarnos.

Cuatro años después tuve oportunidad de hablar con Fabián, amigo desde la juventud, sobre su hijo. Como padres, viven soportando la ausencia, pero con la alegría de lo que su hijo hizo en su corta vida y el recuerdo de una persona responsable, con vocación de trabajo y servicio…. “Nuestro hijo murió batallando en lo que le gustaba y fíjese como son las cosas, mi hijo trabajo en ambulancias aéreas pero sufría mucho porque no le gustaba volar A pesar de que desde niño le trate de inculcar el gusto por la aviación, nunca quiso ser piloto por lo riesgoso. Pero la vida nos mostró que el riesgo está en todas partes”.

Sandra, la mamá, no regreso al Urabá. Fabián tuvo que hacerlo pero a finales del 2020 regreso a Villavicencio y desde entonces no se ha vuelto a ir. Aquí se siente más cerca de su hijo. Esta con sus otros hijos y a pocas horas de sus nietos que viven con su madre Paola en Bogotá. Ella, una mujer dedicada a sacar adelante a sus dos hijos y a mantener el recuerdo de un hombre que trascendió a ángel para cuidarlos.

“Esos niños nos sostuvieron y nos sostienen en medio de un dolor que no termina”, concluye Fabián.

Muchas gracias Carlos Fabián por ser nuestro héroe. ¡Nunca lo vamos a olvidar!…. La vida le quedo debiendo.

 

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