
LOS REZAGADOS DE LA HISTORIA QUE FORMAN PARTE DE LA ARQUEOLOGIA POLITICA COLOMBIANA
por: Hugo Velásquez Jaramillo
Corría el año de 1989 cuando Michael Gorbachov, primero ministro de la desaparecida Unión Soviética publicó su obra La Perestroika, en ese momento estaba al frente del Partido Comunista Soviético, el más poderoso del mundo en la que era entonces la segunda potencia mundial.
Lo que vino después fue inesperado, pero partió de la lectura de ese libro, inicialmente por los jóvenes de Moscú, que se lanzaron a las calles a pedir libertad; el desenlace de sus movilizaciones se extendió por el llamado mundo comunista, o países de la “Cortina de hierro” como lo llamó Winston Churchill; uno a uno los gobiernos marxistas fueron cayendo y no se repitió la historia de Budapest ni Praga cuando los tanques soviéticos aplastaron las revueltas populares.
Vino la Caída del Muro de Berlín, noviembre de 1989, cuando millones de alemanes de lado y lado se abalanzaron a demoler ese muro, símbolo de la división entre los mundos capitalista y socialista, o si se quiere entre el mundo liberal y el mundo marxista, y lo que parecía imposible aconteció: Se desintegró la Unión Soviética y por ende ya no existe sino Rusia como el último vestigio, pero ya bajo el autoritarismo en lugar del control que tuvo el Partido Comunista.
Terminó la guerra fría y el mundo fue unipolar, pero además sobrevino el colapso del marxismo y de los partidos comunistas que viraron hacia la Social Democracia: El comunismo como proyecto político universal igualmente dejaba de ser esa panacea que se ofrecía a los pobres.
Las guerrillas perdieron su razón política para la toma del poder, todas se desmovilizaron; ni partidos comunistas como brazo político ni guerrilla como brazo armado, pasaron a convertirse en asunto obsoleto, pura arqueología política; eso explica el éxito de quienes transitaron a niveles democráticos, en especial Pepe Mujica y hasta Gustavo Petro.
En América latina los grupos marxistas depusieron las armas; Fidel Castro advirtió en 1999, que “ningún pueblo se hace revolucionario por la fuerza. Quienes siembran ideas no necesitan jamás reprimir al pueblo”. Insistir en la lucha armada, es torpe y desconoce la historia; La violencia política es anacrónica y cuando daña al pueblo será siempre criminal.
ELN y disidencias FARC, son, paleontología revolucionaria, “un callejón ciego” dice el exguerrillero venezolano Teodoro Petkoff uno de los grandes intelectuales marxistas del mundo; se quedaron de la historia la hoz y el martillo no son hoy símbolo de nada. Carecen de cuadros, y en lugar de lideres son dirigidos por crueles matones, que posan como revolucionario, sin la mínima posibilidad de cambiar el mundo.
Un mundo en el que ya no hay guerrillas pero que para Colombia último remanente de las mismas lo que se nota es fastidio y fatiga por su presencia, sirviendo solo de pretexto para montar candidaturas presidenciales que ofreciendo la limpieza social podrían convertir al país en un campo de todas las depredaciones, las de unos en nombre de la revolución y la de esos candidatos en nombre de la democracia.



