
Notas Sueltas Mientras Tanto ¡NAVIDAD!
Por: Nino Matus
«…Viene diciembre con su carga de alegría y el alma mía no se cansa de esperar, (Sol decembrino – Reynaldo Armas)
7 de diciembre. Día de las velitas. Con la primera llama… vuelve la Navidad…, donde todo parece posible: la mejor época del año!
El pesebre que ha visto muchos diciembres. El Niño Dios, la Virgen María, San José, los reyes magos, los pastores, la estrella de Belén, el burro, el buey y las ovejas que vuelven a ocupar su sitio como si nunca se hubieran ido. Y ese silencioso pequeño que guardamos hasta el 24, para que al ocupar su puesto anuncie un milagro.
Las novenas con sus villancicos que suenan igual desde la infancia. Las reuniones en familia, el recuerdo de quienes ya partieron al cielo, el brindis por los que están lejos, los vecinos que se asoman con risas nuevas y recuerdos viejos; los amigos que vuelven como si nunca se hubieran ido.
La natilla, el dulce de mora, los humeantes buñuelos, el masato, los tamales, el arroz con leche, las hayacas, el pernil, en una mesa servida como un abrazo que se extiende.
La música festiva…, la música alegre…, la música de siempre. Las iluminaciones que pintan las noches de colores. Papá Noel, el árbol de Navidad, los adornos guardados con cuidado, las luces que titilan como parpadeando recuerdos y los regalos que no son cosas, sino gestos.
El día de los Inocentes. El Año Nuevo que se acerca con sueños y metas renovados. Las prendas amarillas, la vuelta a la manzana con maletas, las doce uvas, los abrazos que cierran un año y abren otro, y los deseos que se dicen en voz alta…., y los deseos que se dicen en silencio.
Nuestra propia vida, todo lo que somos y todo lo que seguimos siendo, cuando llega diciembre, se enciende con la misma luz año a año. Porque la Navidad —con sus rituales, sus sabores, sus nostalgias y sus milagros— vuelve a recordarnos que, en medio del ruido del mundo, sigue existiendo un lugar donde el corazón puede descansar y regocijarse.
¡Toda nuestra fe! ¡Todas nuestras tradiciones! Desde hace 3 años mi navidad, además del de mis hijos, tiene un nombre: Esperanza, como se llamaba mi madre.
“….Y quiero hacer una fiesta, para llevarle un presente
cantando con toda el alma.
Abrir puertas y ventanas
invitar a los vecinos, que se forme una parranda.
Volverán las navidades
con la música del alma,
que se lleva las tristeza
que se alegran los hogares, con su canto de esperanza…”
(No te pongas triste – por Carlos Vives)



