
Por: Nino Matus
¡Duele Venezuela!
Recapitulemos. Todo indicaba que Nicolás Maduro perdería las elecciones del 28 de julio del 2024 pero, de antemano, se presumía que seguiría siendo el presidente de Venezuela. Un gobernante con control absoluto de todos los poderes, lo que impido unas elecciones libres y un resultado valido, a pesar de las 25.073 actas entregadas a los testigos por el propio sistema electoral venezolano en cada mesa, que demuestran que Edmundo González ganó con el 67% de los votos sobre Maduro.
La lucha librada por María Corina Machado y su candidato Gonzales logró una votación mayoritaria, pero el régimen se negó a reconocer su derrota y, con fraude, instalo por 6 años más a un “presidente” dictador. Y aunque soy defensor de la libre determinación de los pueblos, en Venezuela no hubo libertad, ni democracia, sino usurpación del poder y por tanto: “hay que tumbar el régimen”, como decía mi mayor fuente de inspiración, Álvaro Gómez Hurtado.
El presidente legalmente elegido, los líderes y lideresas, en Venezuela o el exilio no contaban, hace 13 meses, con la totalidad de factores para obligar a Maduro a entregar el poder ante el fraude comprobado. El movimiento opositor de resistencia civil, puso muchos muertos, desaparecidos y encarcelados, pero poco a poco se fueron acabando las marchas y apagando las voces.
Refiriéndome a Venezuela, en 2 oportunidades posteriores a las elecciones, opine que tumbar cualquier régimen dictatorial y tiránico, era un imperativo moral del mundo democrático, que solo se lograría por un golpe de estado con los militares para restituir el poder legítimo ganado en las urnas, o con una intervención militar extranjera apoyada por los ciudadanos para el mismo fin. Además de comunicados, bloqueos comerciales, enfriamiento de relaciones diplomáticas, cancelación de negocios y palmadas en la espalda, la oposición a Nicolás Maduro lo que necesitaba recibir de la comunidad internacional, era apoyo con acciones de una fuerza militar poderosa y amenazante, junto a todo lo demás, que presionara al régimen a aceptar los resultados de las elecciones y respetar la voluntad mayoritaria de los venezolanos.
Aunado a lo anterior, no podemos sacar del contexto, que el hoy del país hermano, no es solo el robo de unas elecciones. Hay que entender que la relación USA-Venezuela, está determinada por la política, la geopolítica y la economía. Así que poco a poco, se habrían de sumar más elementos: Primero, el desconocimiento del resultado electoral y la posibilidad de un cambio de gobierno pacífico y democrático. Segundo, las alianzas del régimen venezolano con China, Rusia e Irán. Tercero, los intereses geopolíticos en una región estratégica para Estados Unidos. Cuarto, la influencia, cada vez mayor, de China y Rusia en la zona. Quinto, la necesidad de USA de demostrar su poder en el continente, Sexto, ser Venezuela el país con mayores reservas petroleras del mundo, lo que la hace atractiva para Estados Unidos y las otras potencias.
				
					


