
Usted pagará los platos rotos del déficit fiscal
Autor: David Mora, Economista, Mgtr Economía del Desarrollo Metropolitano y Regional, analista económico y docente universitario.
El creciente déficit fiscal del país, que es el resultado negativo de restarle a los ingresos del gobierno central sus gastos, llegó a $90,8 billones representando el 6,8% del PIB; lo que ha abierto un fuerte debate económico sobre el origen del mismo y la forma para disminuirlo.
Para entender mejor el fenómeno que vivimos, suponga que a su hogar le ingresan $5 millones mensuales por concepto de salarios y rentas, pero sus gastos son de $6 millones, es decir, tiene un faltante de $1 millón para cumplir sus gastos; ese faltante al nivel de gobierno central sería el déficit fiscal. Es probable que para cumplir el gasto faltante tome la decisión de endeudarse y para esto debe demostrar capacidad de pago ya que no es posible endeudarse de forma indefinida, eso mismo ocurre con el gobierno.
Pero a diferencia suya, el país estableció como regla que, para acceder a un nuevo endeudamiento su deuda neta actual no podrá superar el 71% del PIB teniendo como ancla el 55% del PIB. Esto se conoce como regla fiscal y se cumple en la medida que se cumpla el valor mínimo del balance primario neto estructural, el cual no incluye, entre otros, los intereses de la deuda. En otras palabras se restringe el gasto nacional para garantizar el pago al capital financiero propietario de la deuda pública.
Aunque en Colombia los economistas ortodoxos, tecnócratas políticos de gobiernos anteriores, muestran la regla fiscal como un mandato divino, es necesario precisar que esta no debería existir. Deben existir mecanismos que propendan por la estabilidad de las finanzas públicas sin violentar la soberanía económica del país. Ejemplo de esto son países como EE.UU, China o Rusia que no tienen regla fiscal porque manejan sus finanzas de acuerdo a las necesidades e intereses de sus habitantes.
Para modificar o eliminar la regla fiscal es necesario pasar por el Congreso de la República lo cual implica una amplia unidad nacional en torno a las prioridades del gasto que permitan sacar adelante al país. Unidad imposible de lograr en manos del presidente Petro que no ha podido ni unir a su propio gabinete.
Así las cosas, en la situación actual no es posible cubrir el gigantesco déficit fiscal solo con nueva deuda, entonces hay que buscar quién “paga los platos rotos”. En esto último ha trabajado fuertemente el gobierno Petro, pues ha cargado la crisis fiscal sobre los hombros de los sectores de ingresos medios y populares.
Por ejemplo, aumentó impuestos vía reforma tributaria de 2022 por valor anual de $20 billones. Incrementó el precio de los combustibles sacándole a los colombianos más de $25 billones desde el inicio del gobierno y recortó el gasto primario del presupuesto de 2024 por valor de $28,4 billones, $18,2 billones de funcionamiento y $10,2 billones de inversión.
Por su parte, los sectores de la política tradicional y llamados de oposición no hacen ninguna crítica de fondo a la estructura de las finanzas del país. Sus principales críticas radican en aspectos sensacionalistas y de forma, como que despilfarran recursos en inoperancia, viajes internacionales y gastos extravagantes o el aumento desbordado de contratistas, que si bien son gastos adicionales, explican una parte de toda la plata faltante, son críticas de forma no de fondo.
Al gobierno en definitiva se le «despiporraron las cifras”, la caída de los ingresos tributarios fue de $18,6 billones siendo mayor en el recaudo de la renta corporativa, ese debería ser un énfasis de la discusión.
Eso sí, ni gobierno ni oposición contemplan la posibilidad de unir esfuerzos, tanto en el Congreso como en la opinión pública, para disminuir el hueco fiscal sin cargarlo en los sectores de ingresos medios y populares del país. La salida está en recortar el rubro más grande del presupuesto, el monumental pago del servicio de la deuda pública que costará en 2025 el 21% del presupuesto nacional, cerca de $112 billones de nuestros bolsillos saldrán directo a llenar las arcas del capital financiero. Definitivamente, sin “cambio” en la regla fiscal, usted y yo pagaremos los platos rotos.