Duro pronunciamiento de la gobernadora Rafaela Cortés Zambrano al Estado Mayor Central en mesa de diálogo con el Gobierno Nacional.
“Cierro este espacio, con una frase que resume de la manera más concreta mi sentir; el corazón para quienes quieren hacer la paz y la mano dura para aquellos que quieren la guerra”, con esta contundente afirmación la gobernadora del Meta, Rafaela Cortés Zambrano, culminó su intervención en la Mesa de Diálogos de Paz para las Transformaciones Territoriales, que adelanta el Gobierno Nacional con la facción del Estado Mayor Central (EMC) que continua en el proceso de paz, y que a esta hora avanza en el municipio de Puerto Concordia.
Hasta allí, llegó la delegación del Gobierno, encabezada por Camilo González Posso, y algunas entidades del orden nacional, y del EMC a cargo de alias Calarcá. Los alcaldes de Uribe, Deison Cantor, El Castillo, Daimer Otalora, Vista Hermosa, Juan Gómez, Puerto Rico, Iván Puentes, el alcalde de Granada y por supuesto el alcalde de Puerto Concordia, Mirto Helio. También, representantes de las víctimas, delegados de la Naciones Unidas (ONU), representantes de los países garantes (Suiza, Venezuela, Noruega e Irlanda) y senadores del departamento.
En su intervención, la gobernadora, cuestionó duramente, lo que pasa en el departamento, señalando que solo en lo que va en 2024 hay 7 niños reclutados, cerca de 250 comerciantes han denunciado ser víctimas de extorsión, además de la instrumentalización de los campesinos para deforestar el bosque en el marco de la economía ilegal.
Asimismo, la mandataria, recogió el sentimiento de los gobernantes del país, al expresar “hoy, más que nunca, nosotros los gobernadores, nos sentimos profundamente preocupados por lo que pasa en nuestras ciudades y el campo. No parece que estamos en medio de un proceso de paz, con un cese al fuego, parece más, que volvimos a los tiempos de la guerra”.
Finalmente, la mandataria solicitó garantías para mantener a la población al margen del conflicto, “la gente no puede seguir viviendo intranquila en su propia casa, trabajando con la zozobra de que en cualquier momento pueden atentar contra sus vidas. Estamos cansados de sacar hijos adelante así, a los trancazos, a la suerte, rogándole a Dios que los proteja, porque el Estado no pudo. No más por favor”.